¿POR QUÉ LE LLAMARON JESÚS?

Introducción

¿Cuántos tienen nombre aquí? ¿Hay alguien que no tenga nombre? ¿Sabes que significa tu nombre? ¿Por qué te pusieron ese nombre? ¿Hubo alguna razón principal?

El motivo por el cual puse el nombre a mis hijos…

Mateo 1:18-21 “El nacimiento de Jesucristo fue así: Estando desposada María su madre con José, antes que se juntasen, se halló que había concebido del Espíritu Santo. José su marido, como era justo, y no quería infamarla, quiso dejarla secretamente. Y pensando él en esto, he aquí un ángel del Señor le apareció en sueños y le dijo: José, hijo de David, no temas recibir a María tu mujer, porque lo que en ella es engendrado, del Espíritu Santo es. Y dará a luz un hijo, y llamarás su nombre Jesús, porque él salvara a su pueblo de sus pecados.

Y llamarás su nombre Jesús, porque él salvará a su pueblo de sus pecados.” x 2

La Palabra de Dios dice que “Dios nos ama; Dios te ama de tal manera que envió a su Hijo Jesucristo para que creyendo en Él, no te pierdas, no seas condenado, sino que tengas vida eterna.” Jn 3:16

La Palabra de Dios dice que “en esto consiste el amor verdadero: no en que nosotros hayamos amado a Dios, sino en que Él nos amó a nosotros y envió a su Hijo como sacrificio para quitar nuestros pecados.” 1 Jn 4:10

Dios mostró cuánto nos ama al enviar a su único Hijo al mundo, para que tengamos vida eterna por medio de Él.” 1 Jn 4:9

El propósito principal por el cuál Dios Todopoderoso, el Creador de todo lo que existe, envió a su Hijo Jesucristo, fue “para salvarnos de nuestros pecados”.

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CONTEXTO HISTÓRICO

Desde que el primer ser humano dio lugar al pecado, Dios entregó una Palabra de Esperanza de que vendría alguien que redimiría al hombre y la mujer de sus pecados. Lo vemos por primera vez en Génesis 3:15 y a partir de ese momento se inicia un Plan de Redención anunciado a través de cada uno de los profetas de la Biblia.

Deut 18:15 “Profeta de en medio de ti, de tus hermanos, como yo, te levantará Jehová tu Dios; a él oiréis.

El pueblo de Dios desde entonces estuvo esperando la llegada de ese Profeta. Y desde Malaquías habían pasado 400 años de silencio de Dios hasta que Jesús fue enviado.

El pueblo de Dios estaba viviendo en una situación de opresión debido al Imperio Romano. El pueblo de Dios estaba esperando a ese Libertador profetizado por Moisés. Pero esperaban a un Libertador que los libertara de la opresión Romana, de la situación o las circunstancias que en ese momento estaban viviendo.

Aún de entre los discípulos de Jesús habían quienes malinterpretaron su venida. Judas Iscariote de quien se dice que era miembro de los Zelotes quienes querían hacer caer el poder de Roma sobre el territorio de Israel.

Flavio Josefo narró en su libro 14 de las Antigüedades Judías, que tras la muerte de Herodes entre el 4 y 1 a.C., el desorden se cernió sobre Judea. El territorio pasó a ser gobernado por los cuatro hijos de Herodes, siendo Arquelao (Mt 2:22) el encargado más incompetente de Judea, Samaria y Perea. Entonces estalló una rebelión sin precedentes contra Arquelao y contra los romanos. Publio Quintilio Varo, gobernador romano de Siria mandó a sus fuerzas desde el norte y acabó con la revuelta y una vez identificados, cogió a los principales culpables crucificando a dos mil personas.

Todo este contexto histórico nos muestra que sí, el pueblo de Dios esperaba a su Mesías, al Profeta, al Enviado de Dios, pero lo esperaban para que los liberara de la opresión, de las circunstancias que estaban viviendo, de la precariedad económica.

Lc 19:41 nos muestra que cuando Jesús llegó cerca de Jerusalén, al verla lloró sobre ella y su lamento terminó con las palabras “por cuanto no conociste el tiempo de tu visitación.” Otras versiones dicen: “no supiste reconocer…; no te diste cuenta…;

Juan 6:14 en el contexto de la multiplicación de los panes y peces, dice que “aquellos hombres entonces, viendo la señal que Jesús había hecho, dijeron: Este verdaderamente es el profeta que había de venir al mundo. (v.15) Pero entendiendo Jesús que iban a venir para apoderarse de él y hacerle rey, volvió a retirarse al monte él solo.”

Muchos no entendieron la venida del Hijo de Dios, no la reconocieron, la malinterpretaron y se sintieron defraudados, desilusionados, decepcionados porque esperaban otro tipo de libertador. Alguien que los librara de las circunstancias difíciles que estaban viviendo.”

Pero Jesús declaró ante Pilato: “Mi reino no es de este mundo…” Jn 18:36

y llamarás su nombre Jesús, porque él salvara a su pueblo de sus pecados.” Mt 1:21

El propósito, lo que motivó a Dios a enviar a Cristo a la tierra para hacerse hombre, para despojarse a sí mismo, para tomar forma de siervo, para hacerse semejante a los hombres y humillarse así mismo haciéndose obediente hasta la muerte, y muerte de cruz, fue PARA SALVARNOS DE NUESTROS PECADOS. (Filp 2:5)

No sólo el pueblo de Israel esperaba un libertador, un rey que entrara por las puertas de Jerusalén montado en un caballo blanco que simbolizaba la guerra y que los libertase de sus penurias, de sus circunstancias. Sino que muchos hoy día vienen a Jesús por las circunstancias en las que están viviendo, esperando un libertador no tanto del pecado, sino de la enfermedad, de la situación económica, familiar, emocional, etc.

Jesús tuvo que reprender a sus propios discípulos diciéndoles: “De cierto, de cierto les digo que me buscáis, no porque habéis visto las señales, sino porque comisteis el pan y os saciasteis. Trabajad, no por la comida que perece, sino por la comida que a vida eterna permanece, la cual el Hijo del Hombre os dará.” Jn 6:26-27

¿Cuál es nuestra motivación para buscar a Jesús?

NTV: No se preocupen tanto pos las cosas que se echan a perder, tal como la comida. Pongan su energía en buscar la vida eterna que puede darles el Hijo del Hombre.

Muchos que al principio gritaron con gozo ¡¡Bendito el que viene en el nombre del Señor, el Rey de Israel!! (Mr 11:9) pero luego terminaron gritando ¡¡Crucifícalo, crucifícalo!! porque Jesús no satisfizo sus expectativas. (Lc 23:21)

Muchos comenzarían a seguir a Jesús, a creer en Él pero al pasar el tiempo dejaron de perseverar, de desilusionaron, abandonaron la fe.

De la misma manera, muchos están buscando a un Jesús que los libre de la situación que están viviendo, que resuelva sus problemas, que quite el dolor, la enfermedad, que traiga provisión, que nos haga sentir bien. Pero no me hables de mis pecados.

¡¡Claro que Jesús puede hacer eso y mucho más!! La Sangre de Jesús tiene poder para quitar el pecado, para salvar al pecador que se arrepiente, para sanar el cuerpo, la mente y el alma, para librar de toda opresión y hacer huir a los demonios. Creo en el Poder del Nombre de Jesús.

(de hecho, vamos a orar en este momento que Dios haga un milagro)

Pero no olvidemos que lo que motivó a Jesús a venir a nuestro encuentro, el motivo de su amor fue salvarnos de nuestros pecados, de la condenación eterna, del infierno, de la esclavitud del diablo. ¡¡Jesús vino para salvarnos de nuestros pecados!!

Como citaba Pablo “Palabra fiel y digna de ser recibida por todos: que Cristo Jesús vino al mundo para salvar a los pecadores, de los cuales yo soy el primero.” 1 Ti 1:15

No te desilusiones si Dios no sana, si Dios no provee, si Dios no quita ese aguijón porque Dios es Soberano. No pierdas la esperanza, la fe, el enfoque de tu mirada.

El mensaje a la Iglesia en Esmirna era: “No temas en nada lo que vas a padecer.” Y le habla de luchas con el diablo, de cárcel, de pruebas, de tribulación, pero el mensaje es: “Sé fiel hasta la muerte, y yo te daré la corona de la vida… el que venciere, no sufrirá daño de la segunda muerte.” Ap 2:10-11

¡¡Dios puede sanarte, Dios puede librarte de tu dolor, Dios puede hacer el milagro que estás esperando!!

Pero ese no es el “verdadero gozo” sino que la verdadera Esperanza Bienaventurada es saber que tu nombre esté escrito en los cielos. (Lc 10:20) Es saber que un día tu y yo estaremos con Cristo por lo siglos de los siglos, y ya sea sano o enfermo, con mis necesidades cubiertas o no, con dinero o sin él, perseveraremos hasta el final, hasta llegar a la meta al supremo llamamiento y recibiremos la Corona de justicia.

Si tienes a Cristo, tienes al Espíritu Santo el cual te confirma, te da seguridad de que tú eres un hijo, una hija de Dios ¿Quién podrá robarte esa promesa? ¿Quién te separará del amor de Cristo? ¿La tribulación, la angustia, la persecución, el hambre, la desnudez, el peligro, la espada?

Por lo cual estoy seguro de que ni la muerte, ni la vida, ni ángeles, ni principados, ni potestades, ni lo presente, ni lo por venir, ni lo alto, ni lo profundo, ni ninguna otra cosa creada nos podrá separar del amor de Dios, que es en Cristo Jesús Señor nuestro” Ro 8:35, 38

y llamarás su nombre Jesús, porque él salvara a su pueblo de sus pecados.” Mt 1:21

Cada vez se predica más a un Jesús para esta tierra, un Jesús te hace sentirte realizado, cómodo. Un Jesús que cumple tus sueños, tus propósitos, tus metas. Háblame de que Jesús sana, de que Jesús provee, de lo que Jesús puede hacer conmigo, pero no menciones mis pecados.

En palabras del apóstol Pablo: “Te encarezco delante de Dios y del Señor Jesucristo, que juzgará a los vivos y los muertos en su manifestación y en su reino, que prediques la Palabra; que instes a tiempo y fuera de tiempo; redarguye, reprende, exhorta con toda paciencia y doctrina. Porque vendrá tiempo cuando no sufrirán la sana doctrina, sino que teniendo comezón de oír, se amontonarán maestros conforme a sus propias concupiscencias, y apartarán de la verdad el oído y se volverán a las fábulas. Pero tú sé sobrio en todo, soporta las aflicciones, haz obra de evangelista, cumple tu ministerio. 2 Ti 4:1-5

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