Jesús está llorando sobre su Iglesia

Las tres veces que Jesús llora en la Biblia

Lucas 19:41  Y cuando llegó cerca de la ciudad, al verla, lloró sobre ella, 42  diciendo: ¡Oh, si también tú conocieses, a lo menos en este tu día, lo que es para tu paz! Mas ahora está encubierto de tus ojos. 43 Porque vendrán días sobre ti, cuando tus enemigos te rodearán con vallado, y te sitiarán, y por todas partes te estrecharán, 44 y te derribarán a tierra, y a tus hijos dentro de ti, y no dejarán en ti piedra sobre piedra, por cuanto no conociste el tiempo de tu visitación.

Al verla: eído: ver con conocimiento, percibiendo, reconociendo. Es un ver con comprensión, con entendimiento, con información. Es no ignorar.

Lloró sobre ella: klaío: gemir, llorar a gritos.

  • Es el mismo lloro que menciona Jeremías 31:15 y que también es mencionado en Mt 2:18 cuando la matanza de los niños por el rey Herodes:

“Voz que fue oída en Ramá, grande lamentación, lloro y gemido; Raquel que llora a sus hijos, y no quiso ser consolada, porque perecieron.”

Jesús lloró sobre Jerusalén como lloraba la gente cuando Herodes mató a sus hijos sin piedad.

Jesús lloró sobre Jerusalén como lloraban cuando el pueblo de Dios fue llevado cautivo a Babilonia. Hace referencia a las Lamentaciones de Jeremías sobre Judá.

  • Es el mismo lamento con el que lloró Pedro amargamente al negar a Jesús (Mt 26:75).

Es un lloro con amargura, con gemidos altos. Es un gemido de dolor, de angustia, de pérdida que debilita el cuerpo y eso es lo que ocurrió con Jesús al ver a Jerusalén, al conocer la situación de su pueblo, el estado en el que se encontraban y se encontrarían por no reconocerle.

  • Es el mismo lloro que se encontró Jesús en casa de Jairo por causa de la su hija que había muerto (Mr 5:38) Un lloro con lamento que causaba alboroto.

En esta ocasión Jesús reprimió el llanto de aquel lugar diciéndoles ¿por qué alborotáis y lloráis? (v.39) Pero en sobre Jerusalén, es ahora Jesús quien llora ¿y quién podrá consolarle? ¿Quién podrá reprimir el llanto de Jesús sobre su Pueblo?

  • El es mismo lloro con que se lamentaba la Viuda de Naín por haber perdido a su único hijo (Lc 7:13)

Jesús lloró sobre Jerusalén, por causa de Jerusalén como el que llora la pérdida de un hijo, con lamentación, con dolor, con angustia.

Y lo que tengo que decirle de parte del Espíritu Santo es que Jesús al ver el estado tibio, pecaminoso de la Iglesia, está llorando sobre ella. Jesús llora sobre su Iglesia, a causa de su Iglesia. Lo que Jesús está viendo de su Iglesia está haciendo que llore con gemidos altos, con gran lamentación, angustia y dolor.

En una ocasión me encontraba llorando por la Iglesia, por si situación espiritual. Durante una hora entera solo podía llorar, sin mencionar una sola palabra, sólo eran gemidos de angustia que me debilitaron hasta hacerme sentar sobre el suelo. Sentía una gran carga por la Iglesia de Cristo y despúes de una hora completa de completa angustia y lágrimas sentí como mi llanto cambió, se intensificó hasta el punto de que mientras continuaba gimiendo en mi espíritu, yo mismo me preguntaba ¿Qué está ocurriendo? ¿Por qué mi llanto ha cambiado? Y escuché la voz del Espíritu Santo como una flecha sobre mi corazón decirme: “Ahora ya no eres tú quien llora, sino que soy yo quien llora por la Iglesia”.

¿Has sentido al Espíritu Santo llorar alguna vez? Yo he tenido esa experiencia más de una vez y no es algo agradable. No es un lloro silencioso o apacible sino más bien una profunda lamentación de dolor físico, emocional que te hacee retorcerte en el suelo. No hay palabras, solo gemidos indecibles, lágrimas, y dolor.

No puedes ser el mismo cuando escuchas a Jesús llorar, cuando lo sientes a través de ti.

Y hoy siento, sé por esta Palabra que el Espíritu Santo me da, que Jesús al ver a su Iglesia, al percibir, comprender el estado tibio, pecaminoso de su iglesia, está llorando con gemidos de dolor y de angustia sobre ella.

Alguien me dijo una vez “que no podemos estar así todo el tiempo, llorando, entristecidos,” que tenemos que hablar también sobre el amor.

Pero hay tiempo para todo, y la semana pasada el Señor nos habló de ello. Con toda rotundidad es tiempo de llorar, de llorar por un despertar, por un avivamiento, por que Dios preserve la vida de una Iglesia moribunda a punto de perecer.

Joel 2:12  Por eso pues, ahora, dice Jehová, convertíos a mí con todo vuestro corazón, con ayuno y lloro y lamento. 13 Rasgad vuestro corazón, y no vuestros vestidos, y convertíos a Jehová vuestro Dios; porque misericordioso es y clemente, tardo para la ira y grande en misericordia, y que se duele del castigo. 14 ¿Quién sabe si volverá y se arrepentirá y dejará bendición tras de él, esto es, ofrenda y libación para Jehová vuestro Dios? 15 Tocad trompeta en Sion, proclamad ayuno, convocad asamblea. 16 Reunid al pueblo, santificad la reunión, juntad a los ancianos, congregad a los niños y a los que maman, salga de su cámara el novio, y de su tálamo la novia. 17 Entre la entrada y el altar lloren los sacerdotes ministros de Jehová, y digan: Perdona, oh Jehová, a tu pueblo, y no entregues al oprobio tu heredad, para que las naciones se enseñoreen de ella. ¿Por qué han de decir entre los pueblos: Dónde está su Dios? 18 Y Jehová, solícito por su tierra, perdonará a su pueblo. 19 Responderá Jehová, y dirá a su pueblo: He aquí yo os envío pan, mosto y aceite, y seréis saciados de ellos; y nunca más os pondré en oprobio entre las naciones. 20 Y haré alejar de vosotros al del norte, y lo echaré en tierra seca y desierta; su faz será hacia el mar oriental, y su fin al mar occidental; y exhalará su hedor, y subirá su pudrición, porque hizo grandes cosas. 21 Tierra, no temas; alégrate y gózate, porque Jehová hará grandes cosas. 

Queremos la promesa del derramamiento del Espíritu, de una iglesia llena del poder de Dios pero esto viene después (Joel 2:28) del lamento, de reconocer nuestra situación, de pedir a Dios que nos perdone, que nos avive, que nos de vida.

Como clamaban los hijos de Coré en Sal 85:6  ¿No volverás a darnos vida, para que tu pueblo se regocije en ti?

La iglesia sabe que Jesús nos ama (pero seguimos con la práctica del pecado); sabemos que Jesús nos ama (pero no dejamos la fornicación, la mentira, el juicio, la mezquindad, la falta de compromiso).

La Iglesia necesita saber que Jesús te ama, te ama hasta el fin como ama a su Pueblo Israel. ¿Acaso cree que Jesús no ama a Israel? Y sin embargo escuche estas palabras del apóstol Pablo:

Romanos 11:17 Pues si algunas de las ramas fueron desgajadas, y tú, siendo olivo silvestre has sido injertado en lugar de ellas…

V.20) …No te ensoberzcas, sino teme.  21 Porque si Dios no perdonó a las ramas naturales, a ti tampoco te perdonará. 22 Mira, pues, la bondad y la severidad de Dios; la severidad ciertamente para con los que cayeron, pero la bondad para contigo, si permaneces en esa bondad; pues de otra manera tú también serás cortado. 

Romanos 2:4 ¿O menosprecias las riquezas de su benignidad, paciencia y longanimidad, ignorando que su benignidad te guía al arrepentimiento? 

Todo este capítulo es una advertencia para el pueblo de Dios que peca deliberadamente pensando que Dios no actuará, que no nos ve, que no hay consecuencias. Pero nos dice el v.5) que la dureza del corazón no arrepentido, atesora para si mismo ira para el día de la ira y de la revelación del justo juicio de Dios, 

¡¡No puedes estar así todo el tiempo!! Dirían algunos. Hay que disfrutar la vida, reírse, gozarse.

Pero te llevaré a la Escritura que el Espíritu Santo me llevó ayer mismo mientras yo pensaba en esto:

2Sa 12:9  ¿Por qué, pues, tuviste en poco la palabra de Jehová, haciendo lo malo delante de sus ojos?

V.15) Y Natán se volvió a su casa. Y Jehová hirió al niño que la mujer de Urías había dado a David, y enfermó gravemente. 16 Entonces David rogó a Dios por el niño; y ayunó David, y entró, y pasó la noche acostado en tierra. 17 Y se levantaron los ancianos de su casa, y fueron a él para hacerlo levantar de la tierra; mas él no quiso, ni comió con ellos pan. 18 Y al séptimo día murió el niño; y temían los siervos de David hacerle saber que el niño había muerto, diciendo entre sí: Cuando el niño aún vivía, le hablábamos, y no quería oír nuestra voz; ¿cuánto más se afligirá si le decimos que el niño ha muerto? 19 Mas David, viendo a sus siervos hablar entre sí, entendió que el niño había muerto; por lo que dijo David a sus siervos: ¿Ha muerto el niño? Y ellos respondieron: Ha muerto. 20 Entonces David se levantó de la tierra, y se lavó y se ungió, y cambió sus ropas, y entró a la casa de Jehová, y adoró. Después vino a su casa, y pidió, y le pusieron pan, y comió. 21 Y le dijeron sus siervos: ¿Qué es esto que has hecho? Por el niño, viviendo aún, ayunabas y llorabas; y muerto él, te levantaste y comiste pan. 22 Y él respondió: Viviendo aún el niño, yo ayunaba y lloraba, diciendo: ¿Quién sabe si Dios tendrá compasión de mí, y vivirá el niño? 23 Mas ahora que ha muerto, ¿para qué he de ayunar? ¿Podré yo hacerle volver? Yo voy a él, mas él no volverá a mí. 

V.22) Viviendo el niño, y ayunaba y lloraba, diciendo: ¿Quién sabe si Dios tendrá compasión de mí, y vivirá el niño?

Mientras hay oportunidad, mientras hay un hálito de vida, de esperanza es tiempo de orar, de ayunar, de llorar por la vida de la Iglesia, de los jóvenes, niños, adultos ¿Quién sabe si Dios tendrá compasión y dará vida a su pueblo? Dios puede avivar su obra, traer un cambio, un nuevo nacimiento.

A menudo oramos, lloramos y lamentamos cuando un familiar muere sin Cristo, sin esperanza, sin haberse reconciliado con Dios, ¿Pero, no deberiamos llorar y gemir mientras aún viven para que no sean condenados?

Lucas 19:41  Y cuando llegó cerca de la ciudad, al verla, lloró sobre ella, 42  diciendo: ¡Oh, si también tú conocieses, a lo menos en este tu día, lo que es para tu paz! Mas ahora está encubierto de tus ojos. 43 Porque vendrán días sobre ti, cuando tus enemigos te rodearán con vallado, y te sitiarán, y por todas partes te estrecharán, 44 y te derribarán a tierra, y a tus hijos dentro de ti, y no dejarán en ti piedra sobre piedra, por cuanto no conociste el tiempo de tu visitación.

Jesús está llorando sobre ti iglesia, sobre mi, sobre su pueblo porque está viendo nuestra condición.

Está llorando porque sabe que si no nos arrepentimos, si no nos volvemos a Él de todo corazón, sino abandomanos la tibieza de una vez por todas, no habrá esperanza posible de salvación.

Llora porque nos ama, gime con lamentación porque siente pasión por nosotros. Pero necesitamos abandonar nuestros pecados. Fueron nuestros pecados quienes crucificaron al Hijo de Dios. Apareció para quitar el pecado, no para que continuemos participando en ellos.

Si continuamos practicando el pecado, llámese como se llame, quizá no te encontraste con el Cordero de Dios. Quizá el Evangelio que te predicaron no era el Verdadero.

No se trata de una oración memorizada, una confesión intelectual. Ni de un remordimiento por saber que hemos hecho mal.

El Verdadero Evangelio tiene ese poder, esa dádiva: Que no sólo quita el pecado de tu corazón, sino que te capacita para no volver a practicarlo. Pone en ti un  rechazo al pecado, un deseo vehemente por la santidad de Dios, por agradarle.

Si lo único que sientes es remordimiento, pero no hay dolor, no hay pesar por haber ofendido a Cristo, no hay una actitud de querer remediar la situación, ¿dónde está la salvación ahí?

¿Qué espera Jesús de su Iglesia? Lo que espera es lo que vimos en Joel 2:12 “convertíos a mí de todo vuestro corazón, con ayuno y lloro y lamento. 13 Rasgad vuestro corazón, y no vuestros vestidos…

¿Qué esperanza hay para el perdido si los que supuestamente se encontraron con Cristo permanecen en tinieblas?

¿Por qué llora Jesús al ver la situación de su Iglesia? Porque si verdaderamente hemos sido salvados, si nuestros pecados fueron perdonados, si hemos pasado de muerte a vida, si recibimos el Espiritu de Vida, de Gracia, de Poder, si el amor de Dios fue derramado por el Espiritu Santo en nuestros corazones, si al estar en Cristo todo ha sido hecho nuevo y lo viejo ha pasado… ¿No debería notarse en su iglesia? ¿No debería ser la Iglesia un Faro en medio de las Tinieblas? ¿No deberíamos marcar la diferencia en el hogar, en el trabajo, en el vecindario, en la ciudad?

Pero algunos dentro de la propia iglesia ni se hablan, otros practican el pecado y han adormecido sus conciencias para no sentir la culpa. Otros dicen amar a Jesús, pero le están diciendo a Jesús: No, no voy a apacentar a tus ovejas, no voy a comprometerme. Otros nada quieren saber de la ofrenda y sí, ¡¡también esto habla de nuestra carente espiritualidad!!

CONCLUSIÓN

Si queremos ver un gran despertar, un tiempo de avivamiento, de cosecha, de ver la gloria de Dios, primero deberemos sembrar con lágrimas para cosechar después con gozo.

Si verdaderamente tenemos al Espiritu de Gracia morando en nosotros, no debería ser muy difícil para nosotros volvernos a Dios, abandonar nuestros pecados y seguir a Jesús negándonos a nosotros mismos y tomando la cruz diariamente.

Pero si no tenemos al Espíritu Santo, no sólo es normal que nos cueste, sino que será literalmente imposible tratar de agradar a Dios porque lo que necesitamos es nacer de nuevo, recibir el verdadero Evangelio que salva.

Clamemos a Dios como dijo Jesús a las mujeres que lloraban cuando Él iba a ser crucificado: Lc 23:28  Pero Jesús se dio la vuelta y les dijo: «Hijas de Jerusalén, no lloren por mí; lloren más bien por ustedes y por sus hijos. 29 Pues vienen días cuando dirán: “¡Dichosas las mujeres que no tienen hijos, los vientres que no dieron a luz y los pechos que no amamantaron!”  30 La gente suplicará a los montes: “¡Caigan sobre nosotros!” y rogará a las colinas: “¡Entiérrennos!”. 31 Pues, si estas cosas suceden cuando el árbol está verde, ¿qué pasará cuando esté seco?»

Clamemos a Dios por Vida, por avivamiento, por salvación.

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