RECIBIRÁ LO QUE PIDA

1 Juan 3:21  Amados, si nuestro corazón no nos reprende, confianza tenemos en Dios; 22 y cualquiera cosa que pidiéremos la recibiremos de él, porque guardamos sus mandamientos, y hacemos las cosas que son agradables delante de él. 23 Y este es su mandamiento: Que creamos en el nombre de su Hijo Jesucristo, y nos amemos unos a otros como nos lo ha mandado. 24 Y el que guarda sus mandamientos, permanece en Dios, y Dios en él. Y en esto sabemos que él permanece en nosotros, por el Espíritu que nos ha dado. 

El v.20 terminaba diciendo: pues si nuestro corazón nos reprende, mayor que nuestro corazón es Dios, y él sabe todas las cosas. 

Y hablamos de que corazón: kardia: tiene que ver con el centro de nuestro ser, las emociones, la voluntad, la mente.

Mencionamos que en algunas ocasiones, cuando venimos delante de Dios podemos sentir como nuestro corazón nos acusa, nos condena, nos hace sentir que hay algo que hará que Dios no nos acepte, no nos escuche. Juan no menciona ninguna intervención diabólica. Está hablando de nuestro propio corazón que según la Biblia, es perverso, engañoso más que todas las cosas (Jeremías 17:9).

El v.20 decía que nuestro corazón nos reprende, nos condena, nos hace sentir no aptos, mayor que nuestro corazón es Dios.

El v.21 nos dice si nuestro corazón no nos reprende: no nos kataguinósko: no dice nada en contra nuestra, no halla ninguna falta, no nos condena

La NTV lo traduce como: Queridos amigos, si no nos sentimos culpables…

La versión Castillian habla de la conciencia: si nuestra conciencia no nos condena…

Si esto ocurre, si al venir delante de Dios no encontramos ninguna dificultad, no hay nincunga acusación, nuestra conciencia no interviene, sentimos que las puertas están abiertas, que el cielo está abierto para nosotros, que Dios está al otro lado escuchando… dice Juan: Confianza tenemos en Dios.

Para arrojar más luz, veamos la traducción de otras versiones:

NTV: podemos acercarnos a Dios con plena confianza.  

Castillian:podemos presentarnos confiadamente delante de Dios,

La Biblia dice en Hebreos 4:16 acerquémonos confiadamente al trono de la gracia. Independientemente de lo que nuestro corazón diga, las puertas del trono de Dios están abiertas para sus hijos, así que ¿porqué parece que Juan condiciona que podamos tener acceso con confianza ante Dios según lo que nuestro corazón diga?

En realidad, lo que Juan trata de decir es que somos nosotros los que le damos esa importancia a lo que nuestro corazón dice aún más que a la propia Palabra de Dios.

No podemos sin más rechazar una acusación por parte de nuestra conciencia, debemos examinarnos y dejar que Dios mismo nos examine. En ocasiones el Espíritu Santo nos hacer recordar algo que está mal y debe ser restaurado.

Pero en muchas otras ocasiones nuestro perverso y engañoso corazón nos acusa, nos condiciona, nos limita, nos impide sentir, experimentar esa confianza para venir delante de Dios.

Ponemos más fe en lo que un corazón perverso y engañoso dice que en lo que la Perfecta y Fiel Palabra de Dios promete.

Por eso Juan dice: Si tu corazón no te reprende, no te condena, si tu conciencia no te obstaculiza el venir delante de Dios, entonces puedes hacerlo confianza.

No porque Dios te prohiba la entrada o no te escuche, sino porque nosotros al no sentir esa carga, esa culpabilidad, vamos a experimentar mayor libertad.

  • La palabra confianzaque usa Juan es: parresía: franqueza, rudeza, seguridad, denuedo, franqueza, libertad.

La Biblia Plenitud comenta: La seguridad de nuestra posición ante Dios le da poder a la oración.[1]

Por eso Juan comienza este verso con la palabra amados: muy amados. Porque como dice el mismo Juan en 1Jn 4:18 el perfecto amor echa fuera el temor. Nos ocurre que cuando entendemos que somos pecadores, que fallamos, que venimos a Dios no en base a nuestra propia justicia sino en base a la justicia de Cristo, entonces ese amor de Dios revelado nos da la capacidad de experimentar seguridad, confianza y nuestra oración cobra mayor poder porque es expresada con mayor seguridad.

Aquí la idea es la de la osadía con que el hijo aparece delante del padre, y no con la que el acusado comparece ante el juez. [2]

Hartmut dice que aquí se trata de la libertad interior, la franqueza con la que el creyente puede presentarse delante de Dios, a causa de la redención y del perdón (2Co 3:12; Ef 3:12; 1Ti 3:13; He 4:16; 10:19, 35; 1Jn 2:28; 4:17; 5:14). Esta libertad no sólo la tendremos en el día cuando veremos al Señor, sino ya ahora. Nos motiva a venir con nuestras necesidades y peticiones.[3]

V.22) Y cualquiera cosa que pidiéramos: josa: plural neutro de josos que se traduce en ocasiones como “todas las cosas (Mt 7:12); “todo lo que” (Hch 4:23);

De hecho, muchas otras versiones lo traducen como todo lo que pidiéramos.”

Ahora, la suma de tu Palabra es verdad (Salmo 119:160), por lo tanto tenemos que tener en cuenta también lo que dice Juan en 1Jn 5:14-15 Y esta es la confianza que tenemos en él, que si pedimos alguna cosa conforme a su voluntad, él nos oye. 15 Y si sabemos que él nos oye en cualquiera cosa que pidamos, sabemos que tenemos las peticiones que le hayamos hecho. 

También Santiago nos dice Pedís, y no recibís, porque pedís mal, para gastar en vuestros deleites. (Stg 4:3) 

Así que hay que tener en cuenta que lo que Juan está diciendo es que si nuestro corazón está bien con Dios, pediremos lo que es conforme a su voluntad y ahí si tendremos seguridad de que Dios nos dará lo que pedimos, y si no es conforme a su voluntad, ni siquiera se lo pediremos.

La recibiremos de él: dice  Hartmut que todos los verbos de este versículo están en tiempo presente; es una expresión repetida y contínua del creyente.[4]

Lambáno: la tomaremos. También se traduce como aceptar, alcanzar, obtener. En ocasiones Dios está queriendo darnos algo, pero no podemos aceptarlo porque sentimos como nuestro corazón se interpone con acusación. De esta manera actúa también el enemigo según vemos en la parábola del Sembrador.

En esta parábola vemos al diablo como el calumniador (Mt 13:19): Aquel que mediante una falsa acusación atribuyendo maldad, consigue robar la semilla, la promesa, lo que Dios está queriendo darnos.

Lo que Juan está diciendo es que si venimos a Dios como amados, si entendemos su amor, vendremos a Él no con acusación, no sintiéndonos culpables, inmerecedores, sino que realmente vendremos habiendo confesado nuestros pecados, habiendo reicibido su perdón y por lo tanto, vendremos con confianza y recibiremos, aceptaremos lo que estamos pidiendo y lo que Él quiere darnos.

Como dice MacArthur, son dos benefícios del amor de Dios aquí reflejados: 1) Podemos venir con confianza; 2) Podemos recibir lo que pidamos.

Este texto unido a He 4:16 nos da una promesa, una seguridad: Podemos acercarnos confiadamente ante Dios y recibir lo que pedimos. Hebreos dice: hallaremos gracia y alcanzaremos misericordia. Uno entra con las manos vacías y sale lleno, habiendo recibido. Siempre que entramos ante Dios y salimos igual no es por Dios, sino porque nuestro corazón nos engañó, ya que Dios siempre promete responder.

Porque guardamos sus mandamientos: Aquí hay algo más. Una condición o una promesa, según se mire. Juan no dice sencillamente que usted puede venir y recibir todo lo que pida. Unido a otros textos que ya hemos mencionado, usted recibirá lo que pida si:

1º) Pide conforme a la voluntad de Dios (1 Jn 5:14-15)

2º) No pide mal para los propios deleites (Sgo 4:3)

3º) Y por último, si usted guarda sus mandamientos (1Jn 3:22)

– Guardamos: poiéo: está hablando de hacer, poner en práctica, procurar, actuar, cumplir.

– Mandamientos: entolé: se traduce también como prescripción autoritativa, orden.

Podremos entenderlo mejor si pensamos en nuestro doctor. Venimos a él esperando ser atendidos, con la esperanza de que resuelva nuestra dolencia. El doctor nos receta, nos da una prescripción (mandamiento- entolé) asegurándonos que si (poiéo) ponemos en práctica sus recomendaciones, si cumplimos con la prescripción, recibiremos lo que esperamos, la salud, la mejoría.

Así que no veamos el guardar sus mandamientos como una condición limitante, sino como una oportunidad para ser bendecidos. Andar en la voluntad de Dios, en obediencia trae bendición, trae seguridad, confianza y nos pone en una relación correcta con Él de modo que nada nos impida recibir lo que esperamos. Es por gracia, por amor, pero presisamente esa gracia nos capacita para ser obedientes.

– Y hacemos las cosas que son agradables delante de él: Esto vendría a ser un sinónimo de lo anterior. Guardamos sus mandamientos, ponemos en obra sus prescripción, hacemos lo que le agrada.

La NVI lo traduce como: y recibimos todo lo que le pedimos porque obedecemos sus mandamientos y hacemos lo que le agrada.

La Nácar Colunga: y, si pedimos, recibiremos de El, porque guardamos sus preceptos y hacemos lo que es grato en su presencia.

Esta última versión es muy acertada porque el texto griego al decir delante de él se traduce como enópion: y significa presencia.

Hartmut comenta que guardar los mandamientos señala la obediencia integral y practicar lo agradable el modo de obediencia, para indicar que no se trata de la obediencia de un esclavo, sino de un hijo.[5]

Porque no estamos guardando sus mandamientos infundidos por el temor, sino por el amor. No hacemos lo que a Él le agrada porque no tenemos más remedio, sino porque es el agradecimiento que sentimos, su cercanía, su amor, su gracia.

Marshall dice que  esta oración no es un contrato que garantice el éxito si los participantes cumplen las condiciones. No es “yo trato de ser bueno y piadoso si tu cumples mis deseos”.[6]

Hartmut añade que no podemos ganarnos las bendiciones de Dios de ninguna manera, ni por ser piadosos, ni por buenas obras, ni por ayuno u otro tipo de ascetísmo. Dios nos escucha a causa de su bondad y gracia. No acepta pago.

Presisamente era lo que estaba viviendo la iglesia de Asia en aquel tiempo. Ese misticísmo que los ascetas predicaban. Si castigaban su cuerpo ayunando o de otras maneras, sentían que Dios les escuchaba más. Eso es lo que el resto de religiones ofrece, un pago por las bendiciones de Dios, promesas para que Dios responda, andar descalzo, hacer cierto número de oraciones, etc. Es lo que la religión animista enseña o los espiritistas. Ciertos sacrificios que uno debe hacer para apaciguar los espíritus y recibir lo que uno espera.

Dios obra  en base a la sangre de Jesús, al pago que Jesús ya hizo. Lo que espera de nosotros es que en un entendimiento de ese sacrificio, vengamos con gratitud haciendo lo que a Él le agrada. Que entendamos que Dios está queriendo darnos lo que pedimos y que si no lo estamos recibiendo no es porque no hemos pagado lo suficiente, sino porque o no es su voluntad, o estamos pidiendo para nuestro deleite pecaminoso o nuestro corazón nos engañó y acusó y nos hizo creer que Dios no nos acepta y por lo tanto consiguió robarnos la confianza, la fe.

V.23) Y este es su mandamiento: Es importante que notemos el singular de esta palabra. Juan no está hablando de los mandamientos del Antiguo Testamento o de la Ley de Dios. Juan está hablando de un mandamiento (entolé) se traduce también como prescripción autoritativa, orden.

Cuando nosotros oímos la palabra mandamiento enseguida pensamos en hacer. Y esto nos recuerda a la pregunta que le hicieron algunos de sus discípulos en Juan 6:28-29 ¿Qué debemos hacer para poner en práctica las obras de Dios? Pero la respuesta de Jesús fue: no se trata de hacer, sino de creer: Respondió Jesús y les dijo: Esta es la obra de Dios, que creáis en el que él ha enviado.

De la misma manera, Juan nos aclara que el mandamiento (la prescripción) que debemos poner en obra es: Que creamos en el nombre de su Hijo Jesucristo.

– Que creamos: pisteúo: tener fe, dár crédito, confiar. Fiarse.

No nos cuesta tanto hacer como creer. Para recibir lo que Dios quiere darnos enseguida pensamos en un montón de rituales que son importantes (la oración, el ayuno, la santidad, la obediencia, etc.) pero que en el momento en el que dejamos de hacer alguno de estos, dejamos de creer y sale a la luz que nuestra seguridad no se está basando tanto en lo que Jesús hizo sino en lo que nosotros hacemos.

La prescripción es CREER – TENER FE – CONFIAR EN DIOS. Usted se toma la pastilla que el médico le da porque tiene la fe que hará el efecto que el doctor le dice. No es la obediencia sin más, sin fe, sin confianza, sino la fe le lleva a poner en práctica a obedecer.

Y nos amemos unos a otros como nos lo ha mandado: Esta es la segunda parte del mandamiento: Creer y amar. Usted cree en el amor de Dios (Jn 3:16); recibe el amor de Dios (Ro 5:5) y es capaz de dar ese amor a los demás cumpliendo así el mandamiento (Jn 14:15; 1Jn 4:8; 1Jn 3:14)

Una cosa sin la otra es imposible. Usted no puede amar sino cree en Cristo. Sino cree en Cristo, no será perdonado, sus pecados no le serán quitados y por lo tanto en lugar de amar (Gal 5:22) envidiará, odiará, matará (Gal 5:19). Si no cree en Cristo el Espíritu Santo no vendrá a usted y el amor de Dios no le será dado (Ro 5:5).

Creer en Cristo nos capacita para amar. Así que el mandamiento en realidad comienza con Creer en Cristo y el amor vendrá haciéndonos cumplir el mandamiento del amor.

V.24) Y el que guarda: teréo: el que vigila; el que pone el ojo; el que custodia o conserva…

– Sus mandamientos: entolé: prescripción, orden.

–  Permanece en Dios: méno: se queda en (lugar, estado, relación o expectación). Mora, vive, perdura en Dios. Persiste en Dios, retiene a Dios en su vida.

Y Dios en él: hablando de la misma permanencia, lo que está diciendo es que Dios también se queda en lugar, estado, expectación, relación. Dios también perdura, vive, retiene su relación con nosotros y en nosotros.

– En esto sabemos que Él permanece en nosotros: ginósko: conocemos, entendemos, nos cercioramos, llegamos al entendimiento…

Por el Espíritu que nos ha dado: Esto es lo que Pablo dice en Ro 8:16 el Espíritu mismo da testimonio a nuestro espíritu, de que somos hijos de Dios.

La seguridad del creyente para venir delante de Dios, la confianza que debemos tener para orar, para pedir, para adorar no se basa en nosotros, en nuestros esfuerzos ni tampoco en ninguna manifestación externa del Espíritu como una señal o una visión angelical. La seguridad está basada en el hecho de que nos ha dado su Espíritu. ¿Usted puede ver al Espíritu dentro de usted? No, así que necesita creer en Su Palabra, creerle a Dios, eso es fe.

Yo puedo tener seguridad de que Dios permanece en mi. Él no se va a ningún lado, no se mueve, no se aleja de mí. Dios permanece. Si cuando vengo delante de Él no siento tal seguridad, no es porque Dios se haya movido, o porque Dios nos esté rechazando, sino porque nuestro corazón nos engañó, porque no hemos creído, porque estamos poniendo nuestra confianza en nosotros y no en Cristo y su Palabra.

Así que cuando venga delante de Dios simplemente crea, crea como dice He 11:6 que Dios está ahí, que es galardón de los que le buscan. Crea en Cristo, en su obra, en su pago, en que usted no tendrá jamás algo tan caro o importante como para comprar a Dios o sus bendiciones. Nada le alcanzará. Dios le dará lo que necesita porque le ama, porque creyó, porque no se apoyó en su justicia sino en la de Cristo. Y eso le capacitará para recibir el amor de Dios y usted amará a la gente y eso será agradable delante de Dios. Usted recibirá más amor de Dios y su corazón ya no le engañará más.


[1] Comentario de la Biblia Plenitud. Ed: Caribe, 1994

[2] Las cartas  de Juan. John Sttot. Ed: Certeza, Buenos Aires, 1974

[3] Las cartas de Juan. Hartmut Beyer. Ed. Clie, Viladecavalls, Barcelona

[4] Las cartas de Juan. Hartmut Beyer. Ed. Clie, Viladecavalls, Barcelona

[5] Las cartas de Juan. Hartmut Beyer. Ed. Clie, Viladecavalls, Barcelona

[6] Las cartas de Juan. I Howard Marshall. Ed: Nueva Creación. Buenos Aires, 1991

Deja un comentario