ALMA MÍA, ALABA AL SEÑOR (Rafa Boix)

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Salmo103:1-2  Bendice, alma mía, a Jehová, Y bendiga todo mi ser su santo nombre. 2 Bendice, alma mía, a Jehová, Y no olvides ninguno de sus beneficios.

 INTRODUCCIÓN

La Biblia enseña que Dios creó al ser humano Tricótomo (1ª Tes 5:23): Doctrina Bíblica que enseña que el hombre consiste de tres partes esenciales: cuerpo, alma y espíritu.

El cuerpo es la parte física, visible. Que según Pablo a los Corintios (2 Co 4:16), se va desgastando hasta llegar como dice Eclesiastés al polvo (Ec 3:20; 12:7).

Nuestro cuerpo sin duda alguna es afectado por el alma y el espíritu. Según algunos médicos, el 80% de las enfermedades son psicosomáticas.

El espíritu es característicamente, la parte más elevada del hombre, marca la individualidad consciente, y así distingue al hombre de la creación.

Dios sopló en la nariz del hombre el aliento de la vida, y por ello el hombre fue puesto en relación con Dios, y no puede realmente ser feliz separado de Él, ni en su existencia presente ni en la eternidad. Por esta razón Eclesiastés 12:7 dice: y el polvo vuelva a la tierra, como era, y el espíritu vuelva a Dios que lo dio. 

Es lo que a diferencia del resto de la creación, nos permite tener relación con Dios. Por esta razón al morir el espíritu vuelve a Dios porque en la eternidad con Cristo ya no necesitaremos de espíritu para tener relación con Dios y en la eternidad sin Cristo, no habrá posibilidad de tener comunión con Dios.

Los términos usados son, respectivamente, el heb. «ruach» y el gr. «pneuma», y son los mismos que se usan constantemente para denotar el Espíritu de Dios o Espíritu Santo, y los ángeles como espíritus, así como los espíritus malos.

El alma en Hebreo nepesh (alma, ser, vida, persona, corazón). Aparece más de 780 veces en el Antiguo Testamento. En Griego psuque denota el aliento, el aliento de la vida, y luego el alma, en sus varios significados.

– El alma estaría asociada con las emociones (Mt 26:38  Entonces Jesús les dijo: Mi alma está muy triste, hasta la muerte.  Sal 42:11 ¿Por qué te abates, oh alma mía, Y por qué te turbas dentro de mí?; Sal 35:9 Entonces mi alma se alegrará en el Señor).

– Es el elemento sensible en el hombre, aquello mediante lo que percibe, refleja, siente, desea (Sal 84:2 Anhela mi alma y aun ardientemente desea los atrios de Jehová. Sal 139:14 Te alabaré; porque formidables, maravillosas son tus obras; Estoy maravillado,
Y mi alma lo sabe muy bien.
; Is 26:9 Con mi alma te he deseado en la noche…; Mt 11:29 y hallaréis descanso para vuestras almas; Lc 1:46; Lc 2:35; Hch 14:2 y 22).

– Es el asiento de la voluntad y del propósito  (Mat 22:37 Jesús le dijo: Amarás al Señor tu Dios con todo tu corazón, y con toda tu alma, y con toda tu mente. Hch 4:32; Ef 6:6; Flp 1:27; Heb 12:3).

El alma somos nosotros, nuestra personalidad, lo que se salva o se pierde en el infierno.

Salmo103:1-2  Bendice, alma mía, a Jehová, Y bendiga todo mi ser su santo nombre. 2 Bendice, alma mía, a Jehová, Y no olvides ninguno de sus beneficios.

I. DOMINADOS POR EL ESTADO DE NUESTRA ALMA

Puesto que tenemos alma, tenemos emociones, sentimientos. Estos como hemos dicho, tienen que ver con el estado de ánimo y el estado de ánimo está influido directamente con nuestros pensamientos, de ahí la palabra en griego para alma psuque.

Aunque la Biblia dice que Dios nos ha dado espíritu de dominio propio (2 Ti 1:7) no osbtante tenemos que reconocer que en muchas ocasiones somos influenciados directamente por nuestro estado de ánimo, por las circunstancias, por las emociones sean positivas o negativas.

Estas emociones, sentimientos o estados de ánimo influyen directamente en nuestras decisiones a la hora de servir al Señor, de adorarle o de comprometernos con Él o con su obra.

Es por está razón que el Salmista comienza increpando o exhortando a su propia alma, a su estado de ánimo a bendecir al Señor.

No podemos dejarnos llevar por nuestra alma porque esta es voluble, cambia fácilmente o frecuentemente. No podemos decidir alabar al Señor según me siento, no podemos decidir orar o no orar, levantar las manos o no, tomar una decision que nos acerque al Señor basado en nuestros estado de ánimo.

Si nos dejamos llevar por el estado de nuestra alma, de nuestras emociones, por nuestro estado de ánimo, pronto descubriremos que estaremos sirviéndonos a nosotros mismos antes que al Señor. Pronto nos daremos cuenta que estaremos dominados por el ánimo, por las circunstancias, por nuestros pensamientos.

Si dejamos que sea nuestra alma, nuestras emociones las que nos lleven a tomar decisiones, no solo tomaremos malas decisiones, sino que pronto dejaremos de tomar la decision de alabar, adorar, orar, interceder, leer la Biblia o servir al Señor.

Pero el Salmista sabía esto muy bien, y no se dejó influenciar por su alma. ¿Tenemos emociones? Si. ¿Es lícito sentirnos a veces abatidos? Por supuesto, pero como decía Pablo:

Todas las cosas me son lícitas, mas no todas convienen; todas las cosas me son lícitas, mas yo no me dejaré dominar de ninguna (1 Co 6:12).

Venimos a la Iglesia desmotivados por varias razones:

  • Nuestra pobre relación con Dios a través de la falta de oración y lectura de la Palabra.
  • Por hábitos o pecados que no conseguimos abandonar.
  • Por ese sentimientos de culpabilidad que nos acompaña por todo lo anterior.
  • Quizás porque las circunstancias no nos están sonriendo, la situación familiar, económica, de salud, etc.

Todo esto produce en nosostros una serie de sentimientos, de emociones que nos embargan, como la frustración, la ansiedad, el cansancio emocional o espiritual. Como resultado arrojan sobre nosotros falta de paz, de seguridad, de descanso. Nos domina hasta el punto en el que al llegar a la Iglesia no podemos alabar a Dios porque a penas sentimos su presencia, no logramos sentir el amor de Dios, su paz, su descanso, su refrigerio.

En casa es un poco de lo mismo. Dejamos de encerrarnos en secreto con Dios porque estamos desmotivados, frustrados, desanimados, con un carente apetito por Dios y lo mismo ocurre cuando se trata de leer la Biblia. Al final, dominados por el estado de nuestra alma, no oramos, no buscamos a Dios, no leemos su Palabra, no lo hacemos en secreto, mucho menos en público y aún menos tras haber pasado una semana ausentes de Dios.

Muchos erróneamente están esperando que un momento de su gracia, de su presencia cambie todo y de repente sintamos como que nuestras cargas se van, nuestra mente se aclara y el sentimiento o el deseo de adorar o servir al Señor comience a brotar. Pero no es lo que la Biblia nos enseña y no es lo que normalmente ocurrirá.

Por está razón el Salmista David declara, exhorta a su propia alma: Salmo103:1-2  Bendice, alma mía, a Jehová, Y bendiga todo mi ser su santo nombre. 2 Bendice, alma mía, a Jehová, Y no olvides ninguno de sus beneficios.

¿Que nos enseña la Biblia sobre esto?

II. CUANDO DECIDIMOS DOMINAR NUESTRA ALMA

Salmo 100  Cantad alegres a Dios, habitantes de toda la tierra. 2 Servid a Jehová con alegría; Venid ante su presencia con regocijo.3 Reconoced que Jehová es Dios; El nos hizo, y no nosotros a nosotros mismos; Pueblo suyo somos, y ovejas de su prado.4 Entrad por sus puertas con acción de gracias, Por sus atrios con alabanza; Alabadle, bendecid su nombre. 5 Porque Jehová es bueno; para siempre es su misericordia, Y su verdad por todas las generaciones.

Este salmo nos da algunas de las claves más importantes a la hora de venir delante de Dios y para romper este círculo vicioso de dependencia de nuestra alma.

  • Lo primero que dice es: Cantad alegres a Dios habitantes de la tierra.
  • Lo segundo: Servid a Dios con alegría.
  • Lo tercero: Venid ante su presencia con regocijo.

Independientemente de como estemos, la Biblia nos anima, manda y exhorta a Cantad con alegría, servirle con alegría y venir ante ÉL con regocijo. Podríamos pensar que Dios es injusto o egoísta o que sólo piensa en ÉL mismo, pero ¿qué gana Dios con que vengamos ante Él con esta actitud? Nada, Él es Dios y seguirá siéndolo, es Inmutable.

Pero cuando nosotros por el Espíritu, (sólo por el Espíritu Romanos 8:13; 2 Timoteo 1:7) logramos tomar control de nuestra alma, de nuestras emociones, podremos decir como el Salmista, Bendice alma mía al Señor y bendiga todo mi ser (espíritu, alma y cuerpo) su Santo Nombre (Salmo 103:1).

Cuando logramos tomar la decisión comenzar a alabar a Dios, de glorificarle, de adorarle, de venir ante Él con alegría, y con regocijo independientemente de como nos encontremos, automáticamente todo comienza a cambiar.

III. BENEFÍCIOS DE ALABAR A DIOS

En el aspecto psíquico, en nuestra mente muchas veces hay una especie de nube negra cargada de pensamientos horribles que nos hacen sentirnos abatidos, culpables, condenados alejados de Dios, cargados, sin fuerzas, sin ánimo sin gozo.

Pero cuando por el Espíritu Santo decidimos tomar la iniciativa de comenzar a alabar y glorificar a Dios, y comenzamos a expresar audiblemente frases de exaltación a Dios, es como si se produjera un cortocircuito en nuestra mente. Estamos llevando a cabo lo que dice Romanos 12:2 No os conforméis a este siglo, sino transformaos por medio de la renovación de vuestro entendimiento, para que comprobéis cuál sea la buena voluntad de Dios, agradable y perfecta. 

Al comenzar a cambiar nuestra nube negra repleta de emociones, sentimientos o estados de ánimo contrarios, comenzamos a sentir una renovación y una transformación.

Salmo 22:3  Pero tú eres santo, Tú que habitas entre las alabanzas de Israel. 

La Biblia dice que Dios habita (Yasháb) morar, permanecer, en la alabanza de su pueblo.

Así que cuando por el Espíritu Santo decidimos tomar la iniciativa de alabar y glorificar a Dios de  una manera audible, Dios promete habitar en medio de esa alabanza. Su presencia comienza a manifestarse debido a la alabanza que le estás dando.

Salmo 16:11  Me mostrarás la senda de la vida; En tu presencia hay plenitud de gozo; Delicias a tu diestra para siempre.

Y esa presencia de Dios que comienza a manifestarse por medio de tu alabanza, viene acompañada de plenitud de gozo. Así que tu estado de ánimo, de frustración, de desánimo, de apatía, comienza a ser cambiado por el Gozo del Señor, por una plenitud (satisfacción).

Comienzas a deleitarte en su presencia y es entonces cuando sin darte cuenta comienzas a poner en práctica el Salmo 37:4 Deléitate en el SEÑOR, y él te concederá los deseos de tu corazón.  

Así que junto a ese deleite, comienzas a ver como Dios concede los deseos de tu corazón.

Recopilando: I. Cuando te dejas llevar por el estado de tu alma:

  • No puedes alabar ni adorar a Dios (por lo menos no en voz alta)
  • No puedes orar
  • No puedes tomar decisiones de compromiso con Él
  • No puedes leer la Biblia o por lo menos con la actitud adecuada.

Como resultado y por la falta de comunión con Dios sientes que Dios está distante de ti, ajeno. Sientes una falta de paz, de descanso. Y la frustración, el desánimo, el cansancio ocupan toda tu mente.

II. Cuando decides como el Salmista (Salmo 103:1) decirle a tu alma: Bendice alma mía al Señor y bendiga todo mi ser (espíritu, alma y cuerpo) su Santo Nombre.

Comienzas por el Espíritu Santo a alabar y glorificar a Dios en voz alta y eso comienza a generar una cadena de cambios positivos:

III. Primero en el aspecto anímico: los pensamientos dañinos son sustituidos por alabanzas a Dios, por motivos de agradecimiento y esto produce en ti una renovación y una transformación. El estado de ánimo comienza de manera natural y sobrenatural a cambiar positivamente.

  • Segundo en el aspecto espiritual porque en el momento que decides alabar a Dios, glorificarle, adorarle en voz alta, la Palabra de Dios se cumple y Dios comienza a manifestarse en medio de la alabanza (Sal 22:3). Junto con esa presencia Divina, viene una Plenitud de Gozo (Satisfacción de Alegría y Júbilo) además de que comienzas a deleitarte en su presencia y como consecuencia de ello tus peticiones comienzan a ser respondidas (Sal. 37:4).
  • Tercero En el aspecto físico todo comienza a cambiar debido a que la Palabra de Dios promete que el gozo del Señor es nuestra fortaleza (Neh 8:10). Así que en la medida que le alabamos, su presencia viene acompañada de gozo y ese gozo comienza a llenar nuestra vida de fortaleza, de vigor. El cansancio se convierte en fuerza. El desánimo en ánimo, la desmotivación en motivación, la tristeza en gozo.

El propio gozo que se desencadena en la presencia de Dios no sólo nos fortalece, sino que tiene capacidad de liberar tensiones, estrés, ansiedad produciendo inclusive sanidad física en el cuerpo.

Pero aún hay más. Según el Salmo 100:4 Entrad por sus puertas con acción de gracias, Por sus atrios con alabanza; Alabadle, bendecid su nombre.

Cuando venimos con alegría, con regocijo y además con acción de gracias y alabanza (aún cuando anímicamente no lo haríamos) comienza a cumplirse otra de las promesas de Dios registrada en Filipenses 4:6-7 Por nada estéis afanosos, sino sean conocidas vuestras peticiones delante de Dios en toda oración y ruego, con acción de gracias. (7) Y la paz de Dios, que sobrepasa todo entendimiento, guardará vuestros corazones y vuestros pensamientos en Cristo Jesús. 

Cuando decidimos imitar al Salmista y decimos a nuestra alma: Bendice alma mía al Señor y bendiga todo mi ser (espíritu, alma y cuerpo) su Santo Nombre (Salmo 103:1) Y comenzamos a darle gracias a Dios con alabanza por cada bendición otorgada según el Salmo 100:4, la Palabra de Dios promete que la Paz de Dios que sobrepasa todo entendimiento, guardará nuestros corazones y nuestros pensamientos. Un término griego frouréo que indica que la Paz de Dios será como un vigilante, como una guardia o un centinela que protegerá nuestro corazón y nuestra mente.

Erróneamente estamos esperando a que un destello de la Gloria de Dios produzca en nosotros un deseo de alabarle o que las circunstancias a nuestro alrededor comiencen a cambiar sonriéndonos para así sentirnos motivados a adorar al Señor o servirle.

Pero lo que la Biblia nos enseña es que Dios ha otorgado al ser humano la capacidad de transformar su estado anímico, su estado físico y aún su estado espiritual cuando por el Espíritu Santo (no en nuestras fuerzas) DEDICIMOS comenzar a alabar a Dios y darle gracias independientemente de como nos sintamos.

Sal 35:28  Con mi lengua proclamaré tu justicia, y todo el día te alabaré.

Sal 57:4  Me encuentro en medio de leones, rodeado de gente rapaz. Sus dientes son lanzas y flechas; su lengua, una espada afilada.

Pro 12:18  Hay hombres cuyas palabras son como golpes de espada; Mas la lengua de los sabios es medicina. 

Pro 15:4  La lengua apacible es árbol de vida; Mas la perversidad de ella es quebrantamiento de espíritu. 

Pro 18:21  La muerte y la vida están en poder de la lengua, Y el que la ama comerá de sus frutos. 

Santiago 3:1-12

Cuando decidimos alabar a Dios y entrar por sus puertas con acción de gracias por encima de nuestro estado de ánimo como hemos dicho una serie de bendiciones comienzan a venir sobre nosotros:

  • Su presencia se hace manifiesta en medio de la alabanza
  • Junto a esa presencia de Dios viene el gozo (Salmo 16:16)
  • El gozo se convierte en nuestra Fortaleza (Neh 8:10)
  • Sentimos que empezamos a deleitarnos en el Señor (Sal 16:16)
  • Junto a ese deleite, comenzamos a ver como nuestras peticiones son escuchadas y atendidas (Sal 37:4).
  • La paz de Dios comienza a guardar nuestro corazón y nuestros pensamientos (Filp 4:6-7)
  • Comenzamos a experimentar una renovación y una transformación (Ro 12:2)

Debido al gozo, a la paz, a la fortaleza que se generan cuando decidimos alabar al Señor y tener una actitud de agradecimiento, la ansiedad, el estrés, la depresión, el estado anímico comienza a menguar dando lugar (según los expertos) a que distintas hormonas se regulen haciendo que seamos menos sensibles al dolor y más inmunes a enfermedades. El sistema inmunológico se fortalece dificultando que podamos enfermar o incluso acelerando la recuperación de alguna enfermedad.

Además de esto, al sustituir la paz, el gozo, el descanso que se produce por esta actitud de alabanza y agradecimiento a Dios por el estrés, por el desánimo y por la falta de paz, el sistema nervioso se ve fortalecido y síntomas que son propios del estrés y la ansiedad comienzan a desaparecer como el dolor de cabeza, los mareos, vértigos, desmayos, hormigueos, parálisis musculares. Se evitan síntomas como ceguera, visión doble, afonía, palpitaciones, taquicardias, sensación de ahogo, dolor u opresión en el pecho, sequedad de boca, sensación de atragantamiento, náuseas, vómitos, estreñimiento, tensión muscular, cansancio, hipertensión, enfermedades coronarias, asma, gripe e incluso cáncer. Úlceras de estómago, síndrome de intestino irritable, cefaleas, dolores crónicos, contracturas, etc.

Por si esto fuera poco o pareciera algo exagerado para algunos, veamos el resultado de una actitud de alabanza y agradecimiento a Dios aún cuando no hay <<aparentes motivos>> para hacerlo (Hch 16:16-34).

Las autoridades rasgaron las ropas de Pablo y Silas y utilizaron unas varas hechas con un arbusto llamado Cornejo. Después de haberles azotado mucho, los echaron a la cárcel, sin haberles curado ni lavado las heridas los metieron en el calabozo de más adentro donde sólo había oscuridad, humedad, olor a orina y heces y donde las ratas estarían en ambiente. Con las heridas abiertas y el estado de aquella prisión, les pusieron cepos en los pies oxidados y manchados con la sangre de antiguos presos.

A esta extrema situación física se añadía la situación emocional ya que les habían azotado sin juicio previo siendo ciudadanos romanos.

No era una situación de agradecimiento ni que motivara a levantar alabanzas a Dios. Por lo contrario, la queja, la angustia, la desesperación o el desánimo hubiera sido más que normales. Sin embargo Hch 16:25 dice: Pero a media noche, orando Pablo y Silas, cantaban himnos a Dios; y los presos los oían.

No era un cántico interior, era algo exterior, audible. Pablo y Silas perfectamente pudieron poner en práctica las palabras del Salmista (Salmo 103:1) y decirle a sus almas: Bendice alma mía al Señor y bendiga todo mi ser (espíritu, alma y cuerpo) su Santo Nombre.

Comenzaron a adorar aún cuando las circunstancias no acompañaban. Decidieron orar y alabar en lugar de dejarse llevar por el estado anímico de sus almas. No pusieron sus ojos y sus pensamientos en la injusticia, ni en las circunstancias, ni el dolor emocional o físico sino que pusieron su mirada en Dios en avanzan, en acción de gracias, como hemos estado diciendo, todo comenzó a cambiar…

V.26) Entonces (como consecuencia de…) sobrevino de repente un gran terremoto (gr seismós) usando la misma palabra para describir lo que ocurrió en:

– Mt 8:24 cuando los discípulos cruzaban el mar y se desató la tempestad.

– Mt 24:7 cuando Jesús anuncia los terremotos que vendrán en los últimos tiempos.

– Mt 27:54 cuando hubo un terremoto al morir Jesús.

– Mt 28:2 cuando se ocasionó un terremoto al mover el ángel la piedra del Sepulcro.

Era tan fuerte que los cimientos de la cárcel se sacudían. Al instante se abrieron todas las puertas, y las cadenas de todos se soltaron (incluyendo los cepos de Pablo y Silas).

Este terremoto ocasionado por la alabanza de Pablo y Silas ocasionó una transformación en todos los niveles:

En el aspecto físico una liberación literal de las cadenas y apertura de puertas. Pablo y Silas recibieron atención para sus heridas. Pasaron de estar en una cárcel sangrando a estar en una mesa con cena y las heridas lavadas.

En el aspecto espiritual un escenario donde el carcelero pudo encontrar a Cristo junto a su familia.

En el aspecto emocional también fueron satisfechos ya que los magistrados que antes les habían azotado y juzgado injustamente, ahora estaban reconociendo su error y les estaban rogando que salieran de la cárcel.

CONCLUSIÓN

Puedes dejarte arrastrar por tus pensamientos, por el estado anímico de tu alma que aunque a veces te haga sentirte en la nubes, la mayoría del tiempo te hará sentir desanimado, estresado, desmotivado. O puedes con la ayuda del Espíritu Santo decir como el Salmista Bendice alma mía al Señor y bendiga todo mi ser (espíritu, alma y cuerpo) su Santo Nombre (Salmo 103:1) y decidir cada día someter tu alma y todos sus estados anímicos a la voluntad de Dios y a su Palabra. Decidir siempre tener un cántico en tu boca, un motivo de agradecimiento que hará que todo comience a ser transformado en paz, gozo, fortaleza, salvación, bendición, sanidad, deleite, seguridad, descanso.

Dios nos pide que entremos por sus puertas con alabanza, con acción de gracias no porque esto le haga ser más Dios, sino porque sabe que nosotros seremos bendecidos en lo físico, en lo emocional, y en lo espiritual.

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