MADUREMOS

Cuando yo era niño, hablaba, pensaba y razonaba como un niño; pero cuando crecí, dejé atrás las cosas de niño.
1 Corintios 13:11 NTV

Normalmente un niño no entiende a un adulto. No entiende como un adulto puede disfrutar de las cosas que hace o porque hace ciertas cosas. Pero también un adulto al mirar a los niños a veces se pregunta ¿de verdad hacía esto yo cuando era niño? Recuerdo cuando yo era niño que me encantaba leer los tebeos de Mortadelo y Filemón. Realmente disfrutaba mirándolos y leyendo las viñetas. Ahora que soy adulto, a veces he leído estos tebeos y no me hacen tanta gracia. Lo mismo ocurre con los dibujos animados. Ya siendo adulto en ocasiones en un arrebato de añoranza he querido buscar algunos dibujos animados de mi niñez. Al observarlos me doy cuenta de que en breves minutos terminan aburriéndome y entonces me pregunto ¿de verdad disfrutaba yo horas y horas viendo estos dibujos?
No me malinterpreten me encantan los dibujos animados y me gustan los tebeos. En el fondo sigo siendo un niño en mi interior y todos tenemos ese niño muy adentro. La Biblia nos llama a ser como niños como una necesidad para entrar en el Reino de los cielos. Pero esto no nos debe confundir. Una cosa es tener la sencillez y humildad de un niño y otra cosa es dejar de crecer y madurar en nuestra relación con Dios y con el Espíritu Santo.

Como adulto en el Señor a veces observo ciertos comportamientos o palabras en niños espirituales y realmente no llego a comprender o entender cómo pueden siendo creyentes comportarse de esa manera. Imagino que para estos niños espirituales también les es difícil entender que quizás yo no me comporte así o hable de esta manera.

Pero en cierto modo es casi normal ver esto en niños espirituales y como adultos en el señor podemos llegar a entenderlo porque todos hemos pasado por ahí. 

Pero lo que no es entendible ni comprensible de ninguna manera es observar a creyentes que como dice la carta a los Hebreos deberían ya ser maestros y sin embargo aún tienen necesidad de seguir bebiendo leche espiritual. Siendo ya adultos espiritualmente siguen hablando como niños, siguen actuando como niños y siguen haciendo cosas que ya hace tiempo deberían de haber superado.

El Señor nos llama a crecer. La primera carta de Corintios capítulo 15 nos exhorta a crecer continuamente y eso debe notarse en nuestra manera de pensar, en nuestra manera de hablar, en nuestra manera de adorar; en nuestra manera de servir, y evidentemente en nuestra manera de amar. Lo contrario a esto es sencillamente una clara evidencia de una falta de crecimiento y madurez que no agrada a Dios y que nos inhabilita para servirle como el pueblo de Dios necesita y como a Dios le agrada.

Cuando yo era niño, hablaba, pensaba y razonaba como un niño; pero cuando crecí, dejé atrás las cosas de niño.
1 Corintios 13:11 NTV

Deja un comentario